miércoles, 16 de octubre de 2019

Adivinanza


Me mira mi alarife y me dice que soy inmortal, que estoy a salvo del tiempo y de los anacronismos, que no es por lo que soy ni por lo que represento sino por lo que ignoro. Soy fuerte y valiente.
Me habla de él, que le fascina el viejo Noé, que esculpía pájaros bellísimos en capiteles cristianos, que con su torpeza disimula ahora ese pasado de maestría. Si no me concentro, no puedo oírlo ni recordarlo, soy incapaz de traerlo a este presente continuo que habito gracias a sus manos. Cada día me rodean cientos de personas, un zoo de especies humanas, de cloqueos vanos e incesantes. Que estoy en una fortaleza rendida, que lo bello es el jardín, que unas trazas circulares superan todas nuestras suntuosas geometrías, que las cúpulas de mocárabes apenas son un gotelé historiado, blablablá. Me tengo que reír y brota un rugido de la piedra, fluye como el agua de mi boca. Con mis tres compañeros, compongo el centro.
Soy un león pero no soy fuerte ni valiente por lo que soy, ni por lo que represento, sino por lo que ignoro y desprecio: lo prohibido.