miércoles, 15 de febrero de 2017

Novena (I)

Repiten quienes nunca lo conocieron que Gustav estaba obsesionado con la Décima sinfonía, meta inalcanzada por otros compositores anteriores. Que, para no sufrir la llamada “maldición de la Novena”, no otorgó a la Canción de la Tierra un ordinal. Pero no explican por qué luego sí que construyó y numeró una sinfonía posterior. Y otra.
Que no hiciera trampas es lo más inexplicable para mí. Cuando hubo terminado sus dos últimas obras pudo rebautizarlas con números correlativos, “a partir de ahora se os llamará la novena y la décima de Mahler”. Así, salvaría el escollo como un astuto Ulises. 
No lo hizo y, de esta forma, la Décima (undécima, según mi ardid, mi plan) quedó inconclusa.

Hay un instante de Delibes por el que muchos pasamos en la realidad sin saber de su traslación a la novela: Muestra en un tren a su protagonista. Mira cómo se suceden los postes de la luz, agujas que miden ese tiempo doblemente viajero. Piensa que debe aguantar la respiración hasta que pasen diez postes. Lo hace y, poco a poco, va afinando la dificultad. Cuando llega a la prueba definitiva de apnea, se le pasa por la cabeza jugarse el alma en ello: “Todo o nada, Lucifer”. Consigue un triunfo al primer intento. Con cierta decepción, sube la apuesta. No para esta serie ascendente hasta llegar al dolor. Que supera con una cierta amargura en los pulmones. Y sabe que tampoco conseguiría satisfacción perdiendo contra el Diablo. Esa doble decepción le sumerge en una monótona tristeza que comparte con el paisaje castellano.

6 comentarios:

  1. Llegar a diez siempre ha sido una obsesión; para los buenos estudiantes, para los dedos de manos y de pies, para el Real Madrid de fútbol. Antonio Vega cubrió su necesidad en una décima de segundo, pero otros compositores posteriores a Beethoven que quisieron superarle numéricamente se quedaron a las puertas. Una manía austro-alemana, casi superstición, que ejemplifican involuntariamente Bruckner o Schubert. Al parecer, Mahler sí fue consciente de ella, aunque la mezclara con su frase de autoayuda favorita: "mi tiempo llegará".

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  2. "Esa doble decepción le sumerge en una monótona tristeza que comparte con el paisaje castellano."

    Le agradecería me aclarase si...

    La doble decepción que el personaje de Delibes comparte con el paisaje, ¿es una prosopopeya en la que hace partícipe al paisaje de su monótona tristeza o significa que ambos, personaje y paisaje, tienen en común esa cualidad?

    Je vous remercie par avance.

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  3. La primera de las opciones. Creo que todos proyectamos nuestros sentimientos sobre los paisajes indefensos.
    Castilla tiene unas llanuras admirables que sólo aburren a quienes aborrecen el infinito.

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  4. ¿Paisajes indefensos porque no pueden defenderse ante la avalancha humana de sentimientos o paisajes indefensos por débiles y desvalidos?

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  5. Gracias por exigir concreción. Demasiadas veces andamos por la ambigüedad:
    1-paisajes indefensos porque suena bien
    2-paisajes a merced de la interpretación de los humanos
    3-nada castellano me parece débil

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  6. Lo estético es fundamental, pero necesitaba el pragmatismo del tercer punto.
    Gracias por su paciencia.

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